viernes, 23 de abril de 2010
Roma. La colonización de los terrenos agrícolas.
BENÉVOLO, Leonardo
Diseño de la ciudad.
Gustavo Gili.
México, 1978.
p.224
“Los trazados rectilíneos de las vías principales sirven como líneas de referencia para la división racional del territorio cultivable (la centiriatio), cuando éste es asignado a los colonos romanos o latinos enviados a los territorios de conquista.
La centiriatio está basada en una red de vías secundarias (que también se llaman límites): los decumani, paralelos a la dimensión mayor del territorio o a la vía principal; los cardines, perpendiculares a éstos y más cortos. Unos y otros distan entre sí 20 actus (el actus es la unidad de medida agraria, equivalente a 35 metros), o sea unos 700 metros, y determinan una cantidad de parcelas cuadradas llamadas centuriae, que tienen una superficie de 200 jugeri, cerca de 50 hectáreas.
Cada una de ella puede ser asignada a un solo propietario, a dos, a cuatro, o a un número mayor; en un sólo caso (en la colonia de Terracina, de 329 a.C.), a 100 propietarios.
Esta operación es realizada por técnicos especializados, los agrimensores o gromatici, con un instrumento llamado groma. Los textos la ponen en relación con la ciencia augural etrusca y con la división del cielo siguiendo la dirección de los puntos cardinales. Pero la orientación de los decumani y de los cardines no sigue normalmente los puntos cardinales, y se inclina para aprovechar de la mejor manera la forma del territorio. Se prepara una planta en bronce de la zona así dividida, y una copia de ésta quedaba en el lugar, en tanto que otra era enviada a Roma.
Los límites...son a la vez confines catastrales y vías públicas: de esta manera se pone a punto un imponente sistema de vías secundarias, que no tiene precedente en el mundo antiguo y que aseguran la penetración capilar del sistema agrario, económico y administrativo romano.
La cuadriculación de la centuriatio romana todavía puede leerse perfectamente en muchas zonas llanas del Imperio, y sobre todo en la Italia septentrional (Emilia y el Véneto), en los alrededores de Florencia, en la planicie de Capua, en Túnez, en la Francia meridional. De hecho, los límites de propiedad, las vías y los canales han continuado calcando esa trama, incluso después de la desaparición del sistema agrícola antiguo”
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