sábado, 2 de agosto de 2008

Naturaleza y dinámica del proyecto urbano

UNIVERSIDAD VERACRUZANA.
Facultad de Arquitectura.
Materia: Urbanismo.
Catedrático: Dr. Arq. Daniel R. Martí Capitanachi.
Ensayos y reflexiones.

Naturaleza y dinámica del proyecto urbano.
Relatoría de una experiencia local. (*)

(*) Ensayo producido para el curso "La Cultura del Proyecto" a impartirse por el Dr. Arq. Javier Seguí de la Riva, como parte del Doctorado en Arquitectura y Urbanismo dependiente de la Universidad Politécnica de Madrid. Xalapa, Veracruz, México, Diciembre de 1995.

Introducción.

Este trabajo de naturaleza académica tiene como finalidad exponer la naturaleza del proyecto urbano en el seno de la Carrera de Arquitectura de la Universidad Veracruzana, así como manifestar los principios teóricos e intenciones prácticas que le dan origen, en razón de que los egresados de la misma respondan racionalmente a las demandas de la sociedad.

El ensayo se compone de cinco apartados. En el primero se señala la orientación de la escuela como entidad dependiente de una universidad pública cuya filosofía es servir al pueblo; la estructura de la carrera y la inserción de la materia de urbanismo en el programa general de estudios, así como la ubicación del curso específico que me corresponde impartir. En el segundo apartado se exponen los principios que la academia de urbanismo propone como orientadores generales. La traducción de esos propósitos en una pedagogía aplicada se muestra en el tercero, para exponer en él la base teórica que sustenta el programa de estudios del séptimo semestre, como primer nivel de aproximación para un contacto futuro del alumno con la realidad, a través del proyecto.

En el cuarto apartado se expone de manera breve el ejercicio de proyectación requerido, describiéndolo y enunciando sus propósitos, alcances y limitaciones, medios de confección y posibilidades de continuidad ulterior. Finalmente, en el quinto apartado, se realiza una valoración de lo hasta ahora logrado, al compararlo a un estado ideal de cosas. A manera de epílogo se enumeran algunas conclusiones que reflejan la escasa experiencia personal ante el gran compromiso que implica la formación de los alumnos para que éstos actúen conforme a los principios que se les han inculcado.

Antecedentes académicos.
Es propósito de la Universidad Veracruzana -y por ende de la escuela de Arquitectura-, que sus egresados se integren de manera rápida y eficiente a las circunstancias estatales, a fin de responder a los problemas que enfrenta la sociedad. Se desprende de ahí que es orientación de la institución que los arquitectos sean técnicos capacitados, con un amplio sentido social y concientes de la realidad concreta que les ha correspondido vivir.

La carrera de Arquitectura consta de nueve semestres y se haya dividida en tres áreas formativas: social, de diseño y tecnológica, mismas que coexisten a lo largo de toda la preparación de los alumnos; se distingue entre materias teóricas y talleres de aplicación práctica, estando esta estructura también presente durante todo el tiempo, pretendiéndose que en los talleres se vincule el conocimiento teórico con la realidad, que se va tornando en ámbitos de proyectación cada vez más complejos, a medida que se avanza en los estadios de formación académica.

La materia de urbanismo se imparte desde el sexto semestre hasta el noveno. En los dos primeros, se trata de una materia teórica, para convertirse en taller de diseño durante los dos últimos. De manera breve, los temas que se abordan corresponden a historia del urbanismo, en sexto semestre; conceptos básicos de análisis de sitio y zonificación, en séptimo; diseño de urbanizaciones de pequeña escala en octavo semestre y diseño de urbanizaciones y regeneración de espacios urbanos a gran escala, en noveno.

De tal forma que el séptimo semestre -que me corresponde- se trata del primer contacto del alumno con las nociones básicas del urbanismo referidas a la proyectación. En él se mezcla una base teórica con una incipiente aplicación práctica, cuyo alcance más lejano es la zonificación de áreas habitacionales a destinarse a grupos poblacionales inferiores a cinco mil habitantes, que toma como base ineludible el marco jurídico para fraccionamiento del suelo vigente en el Estado de Veracruz.

Principios que orientan al deber ser del urbanismo.
Se reconoce al urbanismo como una disciplina independiente a la arquitectura, sin que medie subordinación de un ámbito de conocimiento respecto del otro; pero se reconoce además que en términos prácticos tal disociación no es viable. De ahí que se haga explícito al alumno que ambas disciplinas forman parte de un conjunto que sólo es subdivisible o parcelario para efectos académicos.

Se vincula al urbanismo con un tratamiento sociológico, en el sentido de conectar el orden espacial con un orden social al que se pretende acceder, siendo siempre referente la sociedad mexicana. Principios como la democracia, la equidad y la justicia social, son orientadores en todo tiempo como cualidades de un estado ideal a alcanzar; como utopía que brinde al individuo y a la colectividad las mismas oportunidades para alcanzar el estado de bienestar.

El respeto a la historia es valor que se pregona desde una perspectiva flexible, en el sentido de que las propuestas urbanas sean acordes a la realidad de las ciudades nacionales, pero impliquen también una respuesta a las necesidades contemporáneas, haciendo uso de toda clase de tecnologías que conlleven mejoría.

Se propone la menor alteración al medio ambiente. Reconociendo que cada proyecto necesariamente habrá de implicar una modificación al entorno, se insiste en que se calculen los riesgos, se prevean soluciones alternativas para el uso de energía y se fomente la cultura de la conservación ambiental racional.

La normativa jurídica es punto esencial de respeto, haciéndose énfasis en la estatal vigente, para que cada proyecto, además de racional y creativo, se ajuste a un marco dado que permita su viabilidad en la práctica administrativa cotidiana. Se orienta hacia la flexibilidad de fines, a efecto de que el proyecto urbano sea capaz de ser modificado tanto por el propio proyectista, las autoridades administrativas o la sociedad civil en función de sus propias demandas o intereses, sin que ello desvirtúe su esencia.

En síntesis, se promueve un conjunto de valores y normas que conforman un marco -pero nunca un límite- para que los alumnos desarrollen la actividad de proyectación urbana. Si bien se circunscribe al proyectista, al mismo tiempo se hace tender a que cada proyecto que se realice efectivamente constituya una respuesta ágil y expedita a la demanda social.

Pedagogía del proyecto urbano.
La modificación del ambiente natural o del entorno urbano preexistente, real o simulado; la correspondencia entre los fines del proyecto y los fines sociales; la consideración histórica de la ciudad como ámbito de implantación del proyecto y, el respeto a la normativa derivada del marco jurídico vigente, son los aspectos que se analizan a propósito de la formulación del proyecto urbano durante el séptimo semestre.

Por lo que concierne al medio físico, se distingue entre paisaje natural y artificial, señalando además los entornos de transición rur-urbanos que a acompañan las periferias de la mayoría de las ciudades mexicanas. El proyecto urbano no se visualiza como un enclave, como parte aislada, sino como la posibilidad de crecimiento de una ciudad preexistente, real o ficticia, a la que se habrán de incorporar nuevos espacios al desarrollo en razón de alojar en ellos a la población futura que demande vivienda y servicios.

Respecto del medio físico natural, tres son los componentes del mismo que se analizan con mayor atención: el clima, el terreno y la vegetación. En lo que toca al medio físico artificial, se parte de la idea de que subyace a toda estructura urbana nacional, otra a la que interesa la tenencia de la tierra y sus distintos regímenes y, en la que el territorio necesariamente tiene -en el sentido jurídico-, un propietario a poseedor que pudiera estar a favor o en contra de los fines que el proyecto plantee. De igual forma se considera como parte del estudio del medio artificial a los enlaces y posibles accesos al sitio de proyectación, los derechos de vía presentes o aledaños al mismo, el paisaje urbano preexistente y la posición del sitio de proyecto en relación al conjunto en que se habría de implantar.

La naturaleza se asimila como entidad limitativa, no determinante. El estudio de clima se profundiza en asuntos tales como el asoleamiento y la ventilación, en razón de que la orientación de los bloques de vivienda, los lotes resultantes y la vivienda misma, aprovechen de manera óptima la energía natural que las mismas condiciones climáticas ofrecen. Respecto del uso del terreno, se promueve la menor alteración posible por lo que hace a su morfología, aceptándose su modificación sólo para el trazado de vialidades, atendiendo a criterios técnicos infraestructurales. La consideración a la vegetación consiste en distinguir entre los posibles usos urbanos de especies locales -perennes o caducas-, y la viabilidad de incorporar el mayor número de áreas verdes a las zonas urbanas.

Para vincular el proyecto a las demandas sociales, se le vincula con datos socioeconómicos oficiales relacionados con la población económicamente activa y ocupada; los niveles de ingreso de la misma atendiendo a su percepción económica por múltiplos de salario mínimo; la estructura de la población por grupos de edad, así como al número de miembros por familia. Adicionalmente, se considera la prospectiva de crecimiento demográfico local -concerniente a la ciudad en que se habría de implantar el proyecto- atendiendo a la tasa histórica, a efecto de inferir el tamaño de los grupos poblacionales futuros que constituyan la demanda potencial a servir. En el séptimo semestre todos los proyectos se sitúan al corto plazo, fijando un horizonte de planeación de tres años como fecha en la que el proyecto tendría que entrar en su completa operación.

Los aspectos del paisaje urbano a considerar son: conectividad vial, uso del suelo circundante al sitio y disponibilidad de servicios infraestructurales y de equipamiento. La ciudad se asume como representación bidimensional, en razón de que sea su traza, la composición funcional del espacio por usos del suelo y la cobertura de los servicios por zonas, las variables que conformen el marco al cual el proyecto se habrá de contextualizar. Si bien se reconoce en este sentido que es la ciudad una entidad compleja y que sus relaciones son tridimensionales, el hecho de trabajar con representaciones en dos dimensiones resulta una primera manera de aproximarse al fenómeno urbano en razón de comprenderlo y servir de pauta para la proyectación de nuevos segmentos de ciudad. De ahí que la forma de la ciudad se asuma, para este nivel de formación académica-, como la forma -o figura- de la superficie que representa a la ciudad.

La integración del proyecto respecto del paisaje urbano preexistente parte del reconocimiento de la historicidad de la ciudad. Aún cuando se trate de simulaciones -terrenos ideales a adherirse a ciudades reales-, se promueve que en él sea posible la identificación de rasgos o valores que consten en los segmentos de ciudad a los que será colindante, así como que su estructura vial represente una continuidad de la existente. Aún cuando algunas posiciones académicas establecen la ruptura con la historia a fin de conceder la posibilidad de creatividad total al proyecto, en el caso particular del séptimo semestre es tónica el respeto a la conformación cronológica del espacio urbano; recuérdese que la temática del curso anterior corresponde precisamente a la evolución histórica de la ciudad, por lo que una primera aproximación al proyecto no podría, en todo caso, partir del desconocimiento de ésta.

Finalmente, se realiza una exposición concerniente a la normativa jurídica, como contenedora de las participaciones relativas que cada uno de los usos urbanos -habitación, comercio, área verde, equipo urbano y vialidad- deberá manifestarse en el proyecto, atendiendo al estrato socioeconómico al que éste se dirija. De igual forma se procede a la consulta de los programas de desarrollo urbano vigentes en razón de conocer las políticas urbanas prevalecientes sobre la zona en la que se situará el proyecto, para que éstas actúen como marco delimitante a la propuesta a realizar.

La recopilación de los datos que corresponden a las temáticas antes enunciada constituye en su conjunto el escenario sobre el que gravitará la etapa de proyectación. Se pretende objetivizar la información a fin de que represente un estadio similar para todos y cada uno de los estudiantes quienes habrán de realizar el proyecto, a fin de que la interpretación subjetiva y la actividad creativa que realicen durante el proyecto, parta al menos de una misma base que siente el precedente del fin social que se pretende alcanzar.

Como forma de trabajo, el ejercicio se realiza por equipos de cinco personas sobre terrenos simulados, ideados por los propios estudiantes tanto en su conformación y figura, como en sus accidentes naturales y artificiales. Dicho terreno se sitúa marginal a la mancha urbana de alguna ciudad real para que las circunstancias físicas, socioeconómicas y urbanas de la misma conformen el universo de investigación que rebasa en escala inmediata ascendente al sitio de proyecto.
El diagnóstico se realiza conjuntamente por el equipo, en tanto que las propuestas se realizan de manera individual. Los alumnos muestran al grupo sus progresos atendiendo a fases predefinidas, exponiendo de manera oral los motivos que originan el diseño. El grupo restante opina y pondera los proyectos, que en su conjunto queda exhibidos como muestra del avance parcial. El ejercicio se considera terminado cuando se ha diseñado por completo el nuevo espacio urbano y se ha demostrado la viabilidad de que constituya un crecimiento racional de la ciudad, dirigido a un cierto grupo poblacional que se identificó como el demandante de vivienda y servicios a atender.

El Proyecto urbano.
El ejercicio consiste en zonificar un terreno ideal, propuesto por los propios alumnos, cuya extensión sea de 10 a 15 hectáreas, para alojar en él a una población menor a 5 mil habitantes, atendiendo a la normativa jurídica para fraccionamientos vigente en el estado.

La zonificación habrá de sustentarse en:
Análisis de sitio; simulación.
Análisis socioeconómico de la población que potencialmente se destinaría el proyecto.
Análisis de las condiciones urbanas de alguna de las periferias de la ciudad de Xalapa, como ámbito en el que habría de implantar el proyecto, y
La normativa jurídica vigente.

El proyecto habrá de alcanzar:
Una adecuada diferenciación de espacios públicos y privados, insertos en un sistema vial que a la vez de articular al total del conjunto, incida sobre la orientación de manzanas y lotes, a propósito de optimizar los asoleamientos.
La creación de bloques de vivienda unifamiliar cuya composición por tamaño de predio sea acorde a la estructura socioeconómica de la población que habrá de alojar.
La mayor accesibilidad de la población potencial a los servicios que el fraccionamiento brinde.

Como medios de confección se mencionan como previos a la elaboración del proyecto, la consulta de cartografía geográfica y topográfica, el uso de fotografía aérea, la recabación de información poblacional en censos y la simulación de un análisis de sitio, atendiendo a la conformación de terreno ideada por los propios estudiantes, haciéndose énfasis en un análisis de las pendientes del terreno y la ubicación de la vegetación. Durante la ejecución misma del proyecto, los medios de confección son el dibujo, la elaboración de modelos tridimensionales a escala y el uso de la perspectiva como forma de representación de la resolución particular de detalles.

Como limitaciones se reconocen: el manejo bidimensional del espacio urbano, ya que todas las soluciones se asumen tomando en cuenta a la ciudad y a las zonas de nueva incorporación como superficies; la ausencia de diseño arquitectónico que establezca el nexo con el urbanismo, dado que no se alcanza el nivel de proyectación de la vivienda o los inmuebles relacionados con el equipamiento; la escasa posibilidad de confrontación de la integración del proyecto con la ciudad real que fue su referente, dada la simulación inicial de la que se parte, y por último, el atender estrictamente el marco normativo vigente, que señala de manera inamovible la participación de los usos del suelo.

Evaluación.
Después de aplicar el ejercicio por cinco cursos de manera consecutiva, es posible mencionar que la respuesta de los proyectos a una misma base de información "objetiva" que muestra datos de escasa interpretación, ha sido por demás variada en sus propuestas.

La particular forma de entendimiento de cada sujeto proyectista concede individualidad a las respuestas, por más que éstas partan de ciertos fines que han querido ser acotados al máximo. La calidad de los trabajos reporta un entendimiento del problema, mas no así un condicionamiento a cierto tipo de respuesta. Inclusive, cuando se trata de la historicidad de la ciudad, cada alumno cuenta con el discurso suficiente para intentar respaldar el por qué de su diseño, encontrando en el devenir nacional las razones que soportan su propuesta.

El ejercicio sólo alcanza -como se ha reiterado- el entendimiento de la ciudad como superficie. Si bien es cierto que ello permite una relativa facilidad para "integrar" a través del territorio, también es cierto que entraña una mayor dificultad de abstracción, en tanto que se prescinde de las referencias arquitectónicas. El diseño se traslada de escala por primera ocasión para el alumno, y el manejo del espacio se torna complicado, dadas las escalas de análisis que se manejan. No obstante, los resultados son satisfactorios en cuanto a que representan una base firme de conocimiento y habilidad de diseño que soporta el trabajo en semestres superiores.

Respecto al método de trabajo sólo puedo mencionar que se trata de aquéllos que estimulan la actividad de proyectación individual, pero que hacen reconocer al proyectista su dependencia respecto de otras áreas de conocimiento que si bien conexas con la arquitectura, no forman parte de ella. De igual manera es viable mencionar que esta forma de trabajo fomenta la seguridad del proyectista para dar a conocer su trabajo, ya que explicar sus intenciones de diseño como efecto de una causa o problema dado, le enseña a discutir sobre resultados objetivos y a preparar un discurso por el que soporte la razón de ser de su proyecto.

Conclusiones.
En urbanismo como en arquitectura, el proyecto es medio de aprendizaje y finalidad ha alcanzarse. La actividad de proyectación debe realizarse profusamente, de manera que estimule la imaginación creativa del alumno.

En los primeros contactos con el proyecto urbano el problema debe ser suministrado al alumno, en razón de que parta de un conjunto de información que él mismo organice, priorice y le dote de su propia carga interpretativa, a fin de realizar el proyecto que constituya su respuesta al problema dado. A medida que la actividad de proyectación avance, deberá fomentarse que sea el propio alumno el que problematice a la ciudad; que sea él quien identifique los fenómenos que requieren atención y los medios de solución, en virtud de alentar su observación y respuesta crítica.

El complejo fenómeno de la ciudad debe abordarse para efectos pedagógicos por estratos de comprensión. Es factible desde el punto de vista del conocimiento, segmentar los ámbitos de análisis como forma previa a una aprehensión integral. La proyectación bidimensional de la ciudad, si bien limitativa, es herramienta en los primeros pasos para el entendimiento del fenómeno urbano y su manejo a través del diseño.

La vinculación de la arquitectura y el urbanismo a otras disciplinas debería realizarse con el señalamiento expreso para el alumno de que éstas últimas son auxiliares en el diseño, pero no forman parte del mismo. El proceso de diseño o proyectación rebasa a mi juicio el sólo manejo de la información, e implica por el contrario, la identificación de los fines que originan el proyecto, su problematización, su planteamiento y la proposición de una respuesta acorde.

La sociedad, la naturaleza y la historia son valores que se deben conocer y sopesar. Si bien para algunos autores ellos implican una proyectación de cara al pasado que inhibe la posibilidad de innovar, también es cierto que para discriminarlos, para no hacer uso de ellos, es necesario primero estar conciente de que existen, son valores dados, y sólo por convencimiento, hacerlos a un lado. Para quien apenas se está iniciando en la actividad de proyectación, representan a mi juicio, requisito indispensable de formación.

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