sábado, 2 de agosto de 2008

Problemática del modelo urbano en el Estado de Veracruz y su relación con la profesión de urbanista

UNIVERSIDAD VERACRUZANA.
Facultad de Arquitectura.
Materia: Urbanismo.
Catedrático: Dr. Arq. Daniel R. Martí Capitanachi.
Ensayos y reflexiones.


El problema de la sustentabilidad urbana en el Golfo de México:
Problemática del modelo urbano en el Estado de Veracruz y su relación con la profesión de urbanista.

El proceso económico mundial tiende a la regionalización, esto es, a la integración de vastos territorios en función de la localización de materias primas, de la fuerza de trabajo, de las instalaciones productivas y de la oferta y demanda de bienes y servicios, independientemente de las fronteras políticas existentes.

La Región del Golfo de México se integra por los capítulos norteamericano y mexicano, conformándose este último por la participación de las entidades federativas de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.

Los niveles de desarrollo económico, social y urbano en esos contextos internacionales presentan altos contrastes. El Sur de los Estados Unidos se caracteriza, entre otros factores, por altos niveles de tecnificación agrícola y pecuaria, industrialización y un avanzado sistema de comunicaciones en el que destaca la infraestructura portuaria que atiende el tráfico de insumos y mercancías hacia los mercados europeo y latinoamericano, sustentándose tal modelo económico en una serie de ciudades que resultan sedes de determinado perfil económico entre las que no existe ni se alienta la competencia.

En materia urbana, tales asentamientos responden al fenómeno conocido como metropolización, en el que es característico la identificación de una zona núcleo altamente densificada, o asentamiento principal, así como un Vasto territorio periférico ocupado por suburbios residenciales o espacios productivos que se entremezclan con zonas de conservación ecológica debidamente identificadas y protegidas. El respeto al medio ambiente es premisa de la planificación urbana como derivación de los postulados de la Escuela de Chicago, aplicados en aquel contexto.

En oposición, la porción mexicana presenta graves rezagos en materia social y urbana, que se originan por un escaso desarrollo económico, una alta dispersión poblacional, una insuficiente infraestructura de comunicaciones y por motivo de un modelo de desarrollo en el que se polarizan los fenómenos rural y urbano, donde el significado contemporáneo de región en el sentido económico no ha permeado, ya sea por prevalecer el criterio limítrofe político o por razón de las políticas públicas federales, estatales y municipales que han escindido la atención de lo urbano y lo rural como si fueran escenarios independientes sin propiciar su debida articulación.

De las entidades federativas que componen el capítulo México del denominado Acuerdo de los Estados del Golfo destaca por su complejidad el Estado de Veracruz, ya que con 212 unidades municipales, manifiesta un desarrollo económico, social y urbano desigual, que contrasta zonas de alto desarrollo con áreas de pobreza y pobreza extrema; una polarización urbana – rural y una desequilibrada distribución de la riqueza y el empleo.

Resolver esta problemática es reto de todos los actores que intervienen en el proceso de desarrollo urbano, tanto del sector público como del privado y el social, y sin duda corresponde a la Academia, proponer las mejores formas para su entendimiento y reversión. La propuesta debe encaminarse hacia el desarrollo regional sustentable, compatibilizando los espacios urbano y rural, en sentido amigable al medio ambiente. Desarrollo regional y medio ambiente, son dos variables que se deben concatenar en la búsqueda de un objetivo común, en beneficio de los habitantes de la entidad.

Al respecto, en Veracruz, como primera política pública, se han realizado modificaciones al marco jurídico, expidiéndose una ley de vanguardia en el contexto nacional: la Ley No. 26 de Desarrollo Regional y Urbano, fortaleciendo como acciones indispensables para su cumplimiento, la concertación con los sectores social y privado, y la coordinación entre las instancias de gobierno.

En seguimiento a este marco normativo, el Programa Veracruzano de Desarrollo Regional y Urbano, plantea como objetivo fundamental la ordenación e integración económica y social del territorio, teniendo como ejes de trabajo el Ordenamiento Territorial y el Sistema de Asentamientos Humanos.

Su estructuración se ha considerado base para controlar la distribución de la población en el territorio; para impulsar, consolidar o controlar a las regiones y para racionalizar su explotación productiva, buscando canalizar adecuadamente la inversión. Ha servido para intentar distribuir cuantitativa y cualitativamente los satisfactores sociales y como instrumento para fomentar el arraigo.

Hoy en día el Ordenamiento Territorial persigue un fin aún mas alto: la sustentabilidad del desarrollo, ya que es la matriz sobre la que deben generarse las propuestas y acciones de desarrollo regional, donde se valoren las potencialidades, las debilidades y las actividades a desarrollar en puntos vulnerables o de conflicto.

Es por esto que se eligió como modelo de desarrollo, una estrategia de contrapesos, para que los beneficios se distribuyan de manera equilibrada entre los diferentes sectores y grupos sociales involucrados en cada región.

En tal sentido, el enfoque regional representa un punto intermedio entre la atención puntual y la generalidad, y es la forma ideal para el logro de la coordinación intermunicipal.

Con más de 7 millones de habitantes y 72,800 kilómetros cuadrados de superficie, el Estado de Veracruz es diverso geográfica, demográfica y socialmente, ya que mientras que en 14 ciudades se conglomeran más de 3 millones de veracruzanos, existen 22 mil 200 localidades de menos de 500 habitantes, con una población indígena de algo más del 9% del total.

La regionalización del Estado, bajo una lógica de mayor equilibrio en la relación costo-beneficio, persigue que pobladores, localidades y entornos naturales, presenten relaciones subsidiarias y complementarias que permitan plantear un proceso de desarrollo comunitario a partir de los ejes productivos dominantes.

La subdivisión funcional y administrativa resultante arrojó 10 regiones, definiéndose un modelo de organización poblacional congruente con las categorías establecidas por la Federación, del que resulta el Sistema Estatal de Asentamientos Humanos y la determinación de 14 ciudades medias -más de 50 mil habitantes-, 23 intermedias -entre 50,000 y 5,000 habitantes-, 39 básicas -menos de 5,000 habitantes- y 216 centros prestadores de servicios, que atienden a la población dispersa del medio rural.

Cuadro 1.- Regionalización del Estado de Veracruz.
Las 10 regiones son: Principales ciudades
Región Huasteca Alta Pánuco, Pueblo Viejo, Tampico Alto, Naranjos, y Tantoyuca.
Región Huasteca Baja Tuxpan, Cerro Azul, y Álamo.
Región Totonaca Poza Rica, Papantla y Gutiérrez Zamora.
Región Nautla Martínez de la Torre, Misantla y Tlapacoyan y Nautla
Región Capital Xalapa, Perote, Xico y Coatepec.
Región de las Montañas Córdoba, Orizaba, Huatusco, Fprtín y Yanga.
Región del Sotavento Veracruz, Boca del Río y La Antigua.
Región del Papalopan Tierra Blanca, Alvarado, Cosamalopan, Isla, Lerdo de Tejada y Tlacotalpan.
Región de los Tuxtlas San Andrés, Catemaco y Santiago Tuxtla
Región Olmeca Coatzacoalcos, Minatitlán, Agua Dulce, Las Choapas y Jáltipan.
Fuente: Plan Veracruzano de Desarrollo 2005 – 2010; Programa Veracruzano de Desarrollo Regional 2005 – 2010. Gobierno del Estado de Veracruz.
La etapa subsiguiente ha sido la creación de un marco normativo de planeación urbano-regional que permite la definición de políticas y estrategias de desarrollo para cada ámbito, fortaleciendo la posibilidad de integrar el accionar de las entidades de gobierno y potenciar los efectos multiplicadores positivos de la inversión, tanto en el medio rural como en el urbano.
En un primer momento, se concluyeron los 7 Programas Regionales, de los que se derivaron otros programas subregionales y microregionales, con los que se cubre la base de referencia global para todo el territorio estatal.
Esto abre una nueva etapa en el futuro del desarrollo regional, al contarse con estrategias puntuales en el fortalecimiento de la infraestructura para el desarrollo y para la preservación de las zonas de mayor valor ambiental.
Sin duda, los mayores desequilibrios medioambientales se presentan en el entorno urbano por efecto del crecimiento, expansión y desarrollo de los asentamientos humanos y las actividades inherentes al desarrollo comercial e industrial y de servicios que conllevan, por lo que la planeación del desarrollo urbano es una prioridad. La meta de atender con instrumentos de planeación a las ciudades medias e intermedias es una necesidad a cumplirse que requiere de la intervención de grupos multidisciplinarios en el que participen arquitectos de perfil urbanista que apoyen a la toma de decisiones en materia de ocupación territorial.
Es claro que el desarrollo regional y el equilibrio medioambiental se fundamentan necesariamente en la disponibilidad del agua, en particular del agua dulce, que es un recurso finito y vulnerable, esencial para sostener la vida. Por tal motivo, su aprovechamiento y gestión, debe sustentarse en un planeamiento basado en la participación de los usuarios, los profesionales y los responsables de las decisiones en todos los niveles.
En este sentido se ha venido trabajando en diferentes frentes a nivel nacional y estatal e incluso internacional, para mejorar las condiciones del recurso agua, de manera integral, y con ello, promover el desarrollo regional sustentable.

En Veracruz escurre más del 30% de las aguas nacionales, a través de las cuencas de ríos como el Pánuco, Tuxpan, Blanco, Papaloapan y Coatzacoalcos entre otros, que forman parte de las regiones hidrológicas del Estado, en las que se cuenta con una disponibilidad de 106 mil millones de metros cúbicos anuales en aguas superficiales y 3,500 millones de metros cúbicos anuales en acuíferos subterráneos. Presenta el Estado 31 municipios costeros y el litoral más largo de todos los estados tanto mexicanos como norteamericanos que componen al Golfo de México.
A pesar de esta riqueza, la infraestructura hidráulica no es suficiente para afrontar las demandas de los habitantes veracruzanos y para asegurar la preservación del recurso, por lo que es necesario:
• ampliar la cobertura de los servicios de agua a una mayor cantidad de habitantes,
• mantener un servicio continuo,
• elevar la calidad del agua de uso doméstico,
• fomentar una cultura del cuidado, ahorro y preservación del agua,
• impulsar la participación privada en la prestación de los servicios, e
• intensificar las labores de reforestación en todo el territorio estatal, para convertir los bosques y selvas en fábricas de agua.

Además de lo anteriormente expuesto, es necesario articular acciones comprometidas con el equilibrio, la preservación y recuperación ambiental en todo el territorio estatal, fortaleciéndolo a través de labores directas de planeación ambiental. Tal es el caso de las declaratorias de Áreas Naturales Protegidas y sus Programas de Manejo.

Merece mención especial la elaboración de los Programas de Ordenamiento Ecológico de la Cuenca del Río Bobos, y la Cuenca Baja del Río Coatzacoalcos, instrumentos normativos que proponen una imagen objetivo del desarrollo de estas zonas de alto y estratégico valor ambiental, definiendo acciones específicas para amortiguar las actividades petroleras que se desarrollan en el Estado. Es el caso de que la planeación ambiental se antepone a la urbana y a la económica, en razón de asegurar la presencia de los ecosistemas ubicados en el Sur de la entidad, ejemplificando en el panorama nacional que la sustentabilidad del desarrollo debe girar en torno al medio ambiente como premisa de ordenamiento del resto de las variables tomadas en cuenta en el proceso de planificación.

La conciencia colectiva de la necesidad de conservar el entorno natural ha trascendido de un concepto pasivo a un concepto activo de preservación, como resultado de experiencias productivas y comerciales exitosas, y ante la urgente necesidad de generar fuentes de empleo e ingresos.

Esto ha vuelto los ojos al ecoturismo y al turismo de aventura, como una vertiente del desarrollo regional sustentable para las zonas de mayor fragilidad ambiental, actividades en las que Veracruz ocupa el primer lugar a nivel nacional.

En este sentido, la política ambiental que se promueve, enfatiza la creación de una cultura ecológica que diseñe obras y acciones de preservación, con la participación de todos los actores de la sociedad y que requieren de nuevas formas de intervención urbana, en respeto a la morfología del territorio, al clima, al tipo de vegetación y a la presencia de cuerpos y corrientes de agua. La labor de los arquitectos y los urbanistas debe ser mucho más puntual, enfocada al diseño de pequeños espacios que asimilen las potencialidades del sitio, acojan los valores culturales presentes en la región e incorporen las ventajas que la tecnología provee a efecto de impulsar pequeños asentamientos semiurbanos que detonen regiones con base en actividades que como el turismo, son amigables con la naturaleza.

El tema de la sustentabilidad y el equilibrio medioambiental, ha venido estableciéndose como uno de los conceptos de urgente aplicación en todos los ámbitos de nuestra vida.

Es por esto que está presente por igual en el discurso de investigadores, intelectuales, humanistas, ecólogos, servidores públicos, comunicadores y del ciudadano común de todas las regiones geográficas.

No es circunstancial, ni surge de una moda profesional. Obedece a una preocupación legítima de la humanidad ante los pronósticos de deterioro ambiental a nivel global, en los que todos participamos, nos vemos involucrados y padeceremos, de no hacer algo por mejorar esa tendencia, no importa el lugar donde nos encontremos geográfica o profesionalmente. Por ello, la preparación de profesionales que conozcan su entorno en tiempo presente y lo previsto para el futuro, se hace urgente.

Resulta imprescindible vincular el conocimiento con la práctica y que los arquitectos de perfil urbanista cumplan un papel de organizadores territoriales que promuevan la adecuada ocupación de los espacios rurales y urbanos, buscando siempre las mejores condiciones de equilibrio para con el medio ambiente, el desarrollo económico y la elevación de los índices de bienestar social.

Para ello, es necesario redefinir los programas de estudio actuales para incorporar el conocimiento de la realidad del entorno inmediato, de los modelos de desarrollo probados, sus aciertos y errores, de lo sucedido en otros contextos tanto nacionales como internacionales, de la necesidad de conservar y aprovechar racionalmente los recursos finitos de la naturaleza, en razón de que su labor se convierta en efectiva y poco a poco revierta las tendencias negativas que produce un modelo de desarrollo que escinde los contextos urbano y rural y se aleja de una visión integral de desarrollo comunitario.

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